Hoy el alumnado de 3º de ESO de nos hablan sobre trabajar por tareas integradas
— C.Universitario SAFA (@UNISAFA)
Me encanta subir a Magisterio. Es una oportunidad que todos los años me brindan dos compañeros: Soledad de la Blanca y Álvaro Pérez, a pesar de que este año no hemos podido trabajar conjuntamente la tarea integrada que su alumnado evalúa a mis grupos de la ESO.
Durante varios años me había prestado al privilegio de poder hablar con futuros docentes, si bien no de Secundaria. Siempre hablaba de mis experiencias, de las tareas integradas que trabajaba, pero había algo que faltaba, lo que contaba no podía ser creíble. De modo que este año decidí cambiar el formato y hablé con mi alumnado, escogí a un grupo variopinto: alumnado con alto rendimiento y actitud negativa, alumnado repetidor, alumnado nuevo en el centro, alumnado que comenzó muy mal y ha ido mejorando, así como alumnado de gran rendimiento. Quería contar con la presencia de un alumno, que suspendió para dar una visión lo más real posible, pero al final ese alumno no quiso colaborar.
¿Qué os puedo decir? Para mi fue una experiencia genial. No solo por la reacción de mi alumnado y su sinceridad, por ejemplo, comentaron que no les gusta que yo haga los agrupamientos, o como algunas veces tienen que trabajar con compañeros parásitos; o el que tenga tan en cuenta la actitud en la calificación.
La experiencia fue genial por el apoyo que sentí de mi alumnado y como los futuros maestros/as aprovecharon para hacer preguntas incisivas. Preguntaron si otros compañeros trabajaban así, o si siempre me había apoyado el equipo directivo, al igual que incidieron en el hecho de como veían los padres y madres el que yo trabajara de ese modo.
Me sentí muy orgulloso de mi alumnado y fue una charla realmente bidireccional, en la que todo el mundo pudo aportar su pregunta, su granito de arena.
Sin dudarlo será una experiencia que repetiré, porque creo que el mensaje que quería lanzar quedó claro. Puede que no podamos cambiar el sistema educativo, ni nuestro centro, pero tenemos una enorme responsabilidad y podemos cambiar nuestra aula, para que poco a poco podamos cambiar el mundo. Como docentes no podemos obviar que por nuestras manos pasan y pasaran miles de personas. La pregunta es: ¿Qué queremos que se lleven de nosotros?.